Tantas cosas:
tú tan triste…
Y vuelvo a
sentir mi lejana, próxima agonía.
Tú en el
abismo, yo me vi y me veo, me veré en el suelo.
Tristes los
ojos, tú perdido.
Triste la
mirada, yo en el duelo,
Triste la
desolación, yo me cobijo.
La mañana no
llega y el viaje en autobús
es eterna,
o en avión,
es eterna.
Me tomo una
foto, te tomas una foto,
nos tomamos
un instante de futuro:
somos la
foto, somos el futuro.
Ha muerto una
generación y nace un gesto,
el mismo que
será recordado cuando tantos ritos
se hayan
llevado a cabo.
Enciendo una
vela, la luz en el horizonte es tu mirada en el autobús,
o en el
avión, no importa:
Ellos han
muerto, tú sigues vivo, tú sigues a la espera
de otras
muertes, la tuya,
pero antes
de la ellos.
Desolación,
tristeza.
No hay nada
que hacer en un viaje en autobús, o en avión
ni con la
imagen de uno en una breve instantánea,
en una
fotografía que te tomas a ti mismo, a ti misma,
y que es la
señal de tu presente, es la señal de tu futuro.