jueves, 22 de agosto de 2013

PROMETEO DOS


 

PROMETEO DOS


Ya no voy a nadar y los ceniceros están llenos de odio

consumido.

Ya los mismos relojes dan las mismas horas y espero

las noticias de muertes

de seres queridos

cada vez que suena el timbre

de un teléfono.

 

 

Mis agotadas venas están llenas de sangre

enferma.

Mi reloj referencial,

el que me despierta cada mañana aunque sea domingo,

me dice que hoy no moriré,

pero tal vez mañana o dentro de unas horas...

O acaso antes de que termine de escribir estas líneas.


Mi muerte está programada, no por mí,

ni por mis ciegas esperanzas,

sino por el diagnóstico feroz que me obliga  a dejar

mis papeles en orden, y mis impuestos, todos, pagados.

 

Ya el cigarro último, de la última cajetilla está consumido.

Todo está consumado.


Espero horrorizado la llamada de la muerte, la de otros.

La mía la conozco desde hace tiempo.

Soy Prometeo y solo espero que los hígados, los míos,

mi hígado,

le causen un malestar inenarrable a esos buitres,

buitres,

a esos malditos buitres que no han acabado

de saciarse con mi sangre

y mis delirios.

 

Por lo pronto sigo respondiendo mails,

entrevistando paradojas,

inalcanzando el Everest.

Sigo en lo mío:

tratando educadamente de no pisar al Otro,

o demostrarle a la susodicha de cuán vileza soy capaz

cuando me enojo, o me harto.

 

Sigo en la estructura de una amabilidad incierta

y una inteligencia desbordada

que no sirve para maldita la cosa.

 

Me voy de vez en cuando a mis baños de pureza

y me encuentro sano y lujurioso con la espuma

gratificante de mis encuentros

y de mis orgasmos.

 

Vivo para mí.

Soy un Prometeo egoísta, rebelde,

cauto, silencioso, bullanguero, irónico

y altisonante.                                      

Me da rabia el país

y el mundo,

pero se me olvida la rabia  y el mundo entero

y me duermo plácidamente cada mañana

 y cada tarde y cada vez que puedo.

 

Me duermo cada vez que lo consigo y olvido.

Me gusta dormir y olvidar.

Mañana moriré de tanta eternidad y tanto olvido.

Soy un enfermo que tal vez muera mañana o tal vez no muera nunca.

Me convertiré en roca de tanta pereza que me causa el mundo.

Moriré, ya lo sé dentro de un instante.

Ya muero, ya.

Soy tan feliz.

Soy.

Era.