martes, 12 de julio de 2011

Antenas

Antenas







Vienes CON LA sonrisa a cuestas,

o solo a medias.


Con la vida que te cargas

o llevas.



Tienes silencios lúgubres

o solo es un ademán,

el mismo de hace tantos años.



Y es un preguntar

a ciegas...

Y son las mejores,

a veces,

son las mejores

preguntas.



Te entregas en cada desafío

o enloqueces de furia a los que te buscan

a tientas.



Enfureces por tanta estupidez

o das gracias a Dios por estar tan

entre las letras y círculos

concéntricos o periféricos…

y  otros más que no se ven,

no se divulgan.



Estás harto de tanto ruido

y por eso ni contestas,

ni asomas

las antenas:

para qué.



El Tiempo que te quitan es tiempo tuyo,

de lúcido expectante.

Expectante de qué,

dirán.



De tantas tierras amadas antes de tiempo:

Paraísos equívocos,

Soles dobles, quimeras,

Fantasías de locura.

Hombres niebla,

mujeres fábula,

paisajes musgo,

soles entrelazados...



Mi locura es mía y tuya.

Mi locura no tiene vasos comunicantes.

Y es por eso que no te veo,

pero te añoro.

Y al esperarte sé que estás ahí,

en el lugar sereno,

muy cerca del que yo toco con mis manos de arena

y agua fría,

y peces que ya no vuelan,

reposan, esperan.




Te espero en un canal de tiempo que se abre

cada vez que tú piensas en mí y yo en ti.


Nos conocemos ahí y decimos:

ah, qué coincidencia,

yo también estaba pensado en ti:

Cómo te va, mi amor,

¿mañana nos vemos?

¿Mañana comemos?


Decirte que te amo es redundante,

te amo

ya lo sabes.