Aldebarán y Facebook
Mente soy, cuerpo.
Miro tantas texturas de personas:
un flautista que se encumbra,
un perro actor,
cien años de una diva,
un gordo insaciable, obsceno
y odiado.
Una sonrisa que mira la Fama,
un cronopio al que lastiman con facilidad,
tantos cronopios, ay, que no están aquí:
un ademán ajeno a la estupidez, una mente lúcida.
Un zoológico de voces en Facebook
celebra cada día con listones de colores
(del azul al arcoíris)
(del azul al arcoíris)
el día de la levadura,
el del semen,
el del más allá,
el día del asombro,
el día del olvido.
Ya los más cautos permanecen en la selva
de publicaciones de Facebook y Twitter, atentos.
Por si alguna nueva muerte los anima,
o algún nuevo caso de astucia los enerva.
Más Facebook que Twitter me dicen.
Las dietas, el arroz quemado,
siempre le sucede a alguno y lo publica,
(!)
el alboroto por el aullido del pez,
son (Ente otros) los
nuevos estelares de cinco segundos,
cinco segundos (de fama, como ya saben quién decía)
que serán reavivados por el ir y venir
del cursor,
en busca de una actualización (qué fea palabra)
que nos lleve una vez más hacia la Nada,
hacia la interrogación insatisfecha:
¿Podré hoy o nunca
saber:
¿qué estoy pensando?
Qué piensas, qué sientes, qué temes,
qué se te antoja, a quién amas, a quién lamentas
haber conocido, qué fruto prohibido deseas dejar atrás.
Qué circunstancias aciagas te llevaron a ser lo que eres,
cuántas arrugas
tienes en la frente,
a quién visitaras mañana,
quién te visitará cuando tengas noventa y tres años,
qué música han olvidado los que te conocen,
cuántos dígitos tiene
un montón de basura,
qué te anuncian en la
nueva televisión,
el Internet?
Cuántas razones para seguir en este medio,
cuántos sortilegios te atrapan en el nuevo canal
de las “estrellas” virtuales.
Aldebarán sí es una estrella,
es solícita con los nuevos visitantes,
es renuente a las adulaciones.
***
El hombre levantó la vista,
El Otro levantó la ceja
y escribió una carta.
Ambos decidieron que se tomarían la tarde libre,
se irían a la playa más cercana
y cada uno en su hamaca
leyeron cuentos, hojearon revistas,
recordaron canciones,
revisaron
minuciosamente
el universo.